Todas las enfermedades empiezan en el intestino
Todas las enfermedades empiezan en el intestino”, dijo Hipócrates hace más de 2.000 años. No mucho más tarde, en el siglo IV, hubo la primera documentación del Dr. Ge Hong de China. Empezó a administrar “Sopa Amarilla” a personas que sufrían diarrea o intoxicación alimentaria. La Sopa Amarilla … una mezcla de heces secas y fermentadas de una persona sana con agua. El Dr. Ge Hong es considerado el fundador de los trasplantes de caca, también conocidos como FMT (Trasplante de Microbiota Fecal), gracias a esta documentación. A ésta le siguió documentación de médicos de la época del Renacimiento. Incluso se sospecha que la gente ya lo hacía hace tres mil años, en la India.
Lo que sabemos sobre los trasplantes de caca
El primer uso de la FMT en la medicina occidental fue publicado en 1958 por Ben Eiseman y un equipo de cirujanos de Colorado, que trataron a cuatro enfermos críticos con colitis pseudomembranosa fulminante (antes de que se conociera la causa Clostridium Difficile) con enemas fecales, lo que provocó un rápido restablecimiento de la salud. Desde hace más de dos décadas, Thomas Borody, el defensor moderno del TFM, ofrece el trasplante fecal como opción de tratamiento en el Centro de Enfermedades Digestivas. En mayo de 1988, su grupo trató al primer paciente con colitis ulcerosa, con el resultado de una desaparición completa a largo plazo de todos los signos y síntomas. En 1989, trataron con FMT a un total de 55 pacientes con estreñimiento, diarrea, dolor abdominal, colitis ulcerosa y enfermedad de Crohn. Tras la FMT, 20 pacientes se consideraron “curados” y otros nueve tuvieron una reducción de los síntomas. Desde entonces, varias instituciones han ofrecido trasplantes de caca como opción terapéutica para diversas afecciones. En enero de 2013 se publicó el primer ensayo controlado aleatorizado en Holanda sobre la “infección por Clostridium Difficile” intrahospitalaria. El estudio en el AMC se interrumpió prematuramente debido a la eficacia del TFM, con un 80% de pacientes que lograban la curación al cabo de un día tras un único trasplante y más del 90% que lograban la curación tras una segunda infusión. Un comité ético decidió detener el estudio. Se consideró que ya no estaba moralmente justificado continuar y negar el tratamiento a todos los participantes del grupo de control, el grupo placebo. Has leído bien, no ayudaron al grupo placebo con un trasplante de caca, sino que detuvieron el estudio porque funcionaba demasiado bien. Dejándonos con el anuncio de que aún no se ha demostrado clínicamente.